Los rebrote de la pandemia por COVID-19 ha hecho obligatorio el uso de las mascarillas en prácticamente toda España. La Organización Mundial de la Salud afirma que «el uso generalizado de mascarillas por parte de la población general para reducir la transmisión comunitaria del SARS-CoV2 está justificado no solo por su alta transmisibilidad, sino también por la capacidad que han demostrado las mascarillas para bloquear la emisión de gotas infectadas, muy importante, cuando no es posible mantener la distancia de seguridad». Y es que, muy posiblemente, este sistema de protección se incorpore a nuestra forma de vivir, por lo menos hasta que se encuentre y distribuya una vacuna efectiva, como ya venía ocurriendo en algunos países asiáticos durante el invierno.
El uso diario de este atuendo de protección sin duda está provocando una afectación en nuestra piel que, dependiendo del tipo de dermis, modo de vida y genética de la persona; puede ocasionar un deterioro de nuestra cara e, incluso, patologías como dermatitis irritativa, hematomas o úlceras por presión, entre otras. Ante cualquier anomalía, es importante acudir a un facultativo y actuar preventivamente.
En general, los especialistas recomendamos no mantener ninguna mascarilla -incluso las reutilizables- más de 4 horas seguidas sin higienizar, airear y secar. También es conveniente aplicar a la mascarilla didecildimetilamonio al 0,6 por ciento pulverizado, tanto por dentro como por fuera. Si lava su mascarilla, debe de introducirla en agua con lejía diluida mantenida durante por lo menos 15 minutos, posteriormente aclararla sumergiéndola en agua y después en agua jabonosa durante 5 minutos para aclararla al final. Importantísimo dejarla secar completamente.
>> Guía del Ministerio de Consumo: «¿Qué debes tener en cuenta al comprar una mascarilla?
