Entre los productos que tenemos hoy para rellenar arrugas o restaurar volúmenes perdidos (en cara o cuerpo), está el ácido hialurónico como el más importante, más usado y más versátil.
Es el más natural de los que disponemos porque también es un elemento de nuestro cuerpo a nivel de piel y articulaciones. Se usa también en la cirugía de cataratas ya que cuando se extrae el cristalino, ese espacio se sustituye por un gel de ácido hialurónico antes de poner la lentilla, por tanto, es muy seguro y se usa en numerosas especialidades médicas.
Además, tenemos una gran variedad de densidades y esto nos permite desde hidratar la piel a rellenar oquedades en el cuerpo. Por tanto, nos permite a nivel de cara, usar un producto de distinta densidad según vayamos a proyectar un labio, definir un labio o dar volumen a ese labio; y si pretendemos marcar pómulos o mentón usaremos uno de mayor densidad aún.
Caso especial es el tratar las ojeras ya que debe ser un ácido hialurónico que no capte agua ya que podría producir edema del párpado inferior; esta zona es complicada porque aun usando el ácido hialurónico específico, a veces se inflama.
Además de su versatilidad, tiene la ventaja de que disponemos de un “antídoto” por si no gusta el resultado o si queremos hacerlo desaparecer antes de tiempo. El antídoto se llama hialuronidasa y si se inyecta en zonas donde hay ácido hialurónico lo destruye de forma inmediata.
No obstante, y a pesar de sus bondades, tenemos que tener claro que también presenta efectos secundarios y que por eso debe ser un médico experto quien lo aplique porque ha sido adiestrado para la identificación y el manejo de esos efectos adversos.